19/2/10

Concierto de Richard Hawley según Before the blue

Existe un creciente rechazo entre la gente a aquella música que no sea alegre, festiva.   Si se permite alguna canción lenta es dentro de un repertorio variado y lo más animado posible. En los conciertos esto se ve reflejado hasta en los artistas más alternativos, que tiran de aquellos singles más conocidos y radiables para buena parte de sus actuaciones.

Richard Hawley vino a Madrid el pasado sábado a presentar su último disco “Truelove´s Gutter”, un album sombrío, de canciones largas, tristes, un disco en el que reduce su universo musical a la pura esencia, que se enfrenta sin miedo al vacío, a los sentimientos más intensos, y en el que ya no hay espacio para entretener, para contrarrestar la amargura de sus canciones con otras de más ligera escucha.   Y Richard Hawley hizo una perfecta translación de ese concepto a su concierto en la sala Heineken, interpretando fielmente la gran mayoría de las canciones de su última obra, solamente acompañadas por aquellas de discos anteriores que encajaban con el carácter de sus últimas creaciones.

En los directos además de la calidad de un artista y de su obra, entran en juego un buen número de factores imprevisibles que pueden inclinar el resultado final hacia un lado u otro: el sonido, el público, la iluminación, la química entre los músicos, etc.

A veces todos estos factores confluyen y producen el efecto mágico, la noche perfecta.

La sabiduría en la elección y el orden de las canciones, el tono grave, valiente, sin miedo a las emociones fuertes, la comunión perfecta entre público y músicos, la compenetración absoluta dentro del escenario, y la presencia, la voz de Richard Hawley dando credibilidad a algo que en manos de muchos otros no lo hubiera tenido.

Este músico de Sheffield tiene una carrera en solitario ya de cinco discos, además de múltiples colaboraciones con otros grupos, una carrera totalmente anómala, al margen de modas y corrientes.   Sus referencias giran principalmente en torno a la música de los años 50, a Roy Orbinson o Elvis Presley.   Pero Richard Hawley trasciende el ejercicio de estilo y consigue dotar a su músico de sentido, personalidad y total vigencia.

El concierto estuvo repleto de momentos álgidos, inolvidables: “Soldier on”, “Oh my love”, “Run for me”, y otras grandes canciones hasta llegar a este “The Ocean”, su canción más emblemática.

Sabíamos claro de su genialidad en la composición, de la gran calidad de sus grabaciones, pero hasta ahora no éramos conscientes de su enorme talento como intérprete, tanto a la voz como a la guitarra.   El mismo Richard Hawley fue consciente de que esta era una noche especial, singular, el mejor concierto de su gira, según sus propias palabras. Y sabemos que no mentía porque algo así no puede repetirse de manera rutinaria cada noche.

Esta vez los que estuvimos allí podemos sentirnos realmente afortunados.

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